¨porque el mundo ya no importa si uno no tiene fuerzas para seguir eligiendo algo verdadero¨ La Maga.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Un hombre con tinta en los dedos
necesita siempre dos corazones;
uno azul para la neblina,
uno rojo para parir cada mañana el sol.

Un hombre con tinta en los dedos
no sabe soltar o crespar los labios
si mantiene los ojos secos
y olvida que el pecho no solo acoge
acordes amplios

Para un hombre con tinta entre los dedos,
aun en la vida plena,
es irrenunciable la compañía de un abismo, el más constante,
erigido en ecos tenues, en imágenes de muertes claras, calmas;

abajo, en el fondo de tal faro
tejido con rocas espectrales,
las muertes son aun agonía
trémula, remontante,
son marea que insiste, estallando sobre lomas invertidas
ritmo sin metro de tempestad, una garganta celestial
desgarrada sobre otra...

Un hombre que necesita mantener sus manos húmedas, manchadas,
es uno que es culpable;
masoquista y mártir y verdugo,
filicida que engendra fantasmas
con la muerte del hermano, el inocente, el amado.

viernes, 3 de enero de 2014

Algunas noches, noches aunque el sol no se haya puesto, el aire es fresco afuera.

En esas noches es permitido volver la vista atrás y recordar

Y ver que todo lo que un día fué, no puede ser pagado con el sol de muchas jornadas de fuego sobre nuestros hombros;

Porque, aquellas tardes, antes del ocaso, antes de que se apagara la Vida y comenzara la vida... Fuimos eternos.

miércoles, 8 de mayo de 2013


Él iba por ahí con la cajita cerrada. A cada rato se tropezaba y buscaba y buscaba. la destapaba solo un poco cuando creía que era el momento y un aroma dulce los embriagaba. Al tiempo el veneno se destilaba, por los ojos, por los dedos, pero el cogía su caja y caminaba. Trató de sonreír. Trató que sonriera...

Nunca había abierto del todo la caja, siempre había especulado, ahora escuchó algo, algo que venía de adentro ... la abrió. Él no sabía, enserio no sabía que ya estaba muerto. Se preguntó desde cuándo, pero en verdad no supo y solo pensó que siempre había sido así. Miró las estrellas y quiso cantar; pero ya no tenía a quien.

sábado, 24 de noviembre de 2012


Llamando hacia adentro.
Los nudillos rozan mi pecho…-¿Estás ahí?
De la sombra informe
el eco interrogatorio        pero no mucho más.
Los nudillos redoblan ahora sobre mi cráneo. Algo se mueve.
Suena un cascabel y unos ojos pequeños pero brillantes se despiertan allá, lejos.
Adentro, profundo, se revuelcan desapretándose, desenredándose, empolvadas sabanas.
-Estás buscando mal chico- una tosecilla y una dosis de silencio – desata esos zapatos y cálzate el camino; El que has dejado cubrir. El que has cedido a lo indatable, al olvido, a la ceguera desesperada y consentida- una tosecilla más – allá hallarás quizá lo que buscas, quizá un poco más. Quizá incluso también encuentras la estrella de sus ojos…- Vacío otra vez, uno no tan hondo- Las sabanas se retorcieron, unas contra… entre… sobre otras (así sonó), un gruñido y tres puntos más de largo silencio… El ronquido apareció ya como un eco que era engullido por las sombras.
Mis puños se quedaron colgando a lado y lado. Cuando el cristal de sal encontró mi gusto se convirtió en una mueca que recordé semejante y que nombré sonrisa; me agaché. Desaté mis agujetas y miré mis zapatos… Tenía de nuevo un largo camino que andar…

jueves, 6 de septiembre de 2012

Oniricas arcadas. Sonrisas temblorosas.

Avanzaba lenta por el suelo frío y agrietado; se iba comiendo el espacio. Y a cada milímetro que avanzaba era como si le arrebatara una bocanada más de aire. Él, por su parte, permanecía allí, piernas y brazos tendidos cuan largos y andrajosos, totalmente quieto... a su alrededor todo parecían sombras. La tenue luz amarilla que descendía desde la tramoya era para él equivalente a la nada.

-¿Hace mucho tiempo ya que espera señor?
-Él le miro sorprendido -un tanto, sí.
-¿vendrá?
-oh, claro que sí, pequeño... Siempre viene.

...

la substancia que la cubría estaba más fría que el suelo (Aquello que es húmedo siempre absorbe y transmite con más arrojo el frío que lo que permanece seco). Se arrastró y comenzó a tocarle el pie. Entonces él reaccionó. Las telas crujieron y la sangre coagulada se quebró sobre sus andrajos. los dientes rechinaron y el pelo, que ya parecía una pasta cruda de petroleo, alcanzó a moverse y golpearle la cara cuando agarraba a la repulsiva criatura por el cuello...

-vendrá. Yo se lo he prometido
Y la arrojó cuan lejos pudo... apenas si la alejó unos pasos pero a él le pareció que le devolvían el aire. Y supo que pronto sería otoño y que él tendría que salir a caminar; que las bancas estarían vacías fuera, y que él tenía que ocupar alguna para esperar una vez más. Al rato se levantó, se lavó la cara e hizo rechinar la puerta... lo pensó dos veces y cogió las tijeras de la mesa.

-Discúlpeme, señor clavel. Es hora de que parta a cantar ¿La acompañaría unas noches por mí?

Lo miró atentamente y esperó su respuesta. -Vale. Sabe que le estoy muy agradecido... caminó con él en la mano y salió a recibir el viento de verdad con la bufanda ondeando. -Siempre vuelven señor clavel, aun cuando parece que siempre se van. Ya verá como nos damos cuenta de que nunca se han ido... ¿qué dice?... ah! no, esas son tonterías. Yo las encierro por la noche, ellas salen, pero en verdad no existen. Usted sabe que yo sé de lo que hablo. Soy un tipo de fiar.

El asfalto de la calle estaba frío, pero sus botas permanecían tibias. La tenue luz que lo iluminaba todo parecía no venir de ninguna parte. Cruzó la calle y andó recordando a dónde tenía que llegar.

Al final no llegaría a ningún lugar. Él lo sabía y sonrió. Esta vez, como otras tardes, duraría para siempre.

viernes, 29 de junio de 2012

Como una memoria eterna fue el edén. Pequeñas manos y pies para un par de ojos los más brillantes, los más abiertos.
Ella apareció como una sombra vestida de retazos luminosos. Eva, la pequeña; fue una luz como ninguna. Y sus tardes no fueron largas nuncamás.
Detrás de las colinas, después de los caminos, ella fue inocente y curiosa.
Él la vio volver y mantuvo los ojos bien abiertos.
Mordieron juntos, curiosos, inocentes… el libro del padre ya apenas era vientoy ellos fueron hermosos. Terriblemente hermosos, porque así los había hecho el padre. Y el cielo agarró a llorar.

La fruta era dulce y carnosa y sus semillas eran como promesas. Las promesas, que parecían aferradas desesperadamente a la tierra y se retorcían dolorosamente hacía el cielo, los embriagaron y mareados se sintieron perdidos en una danza fuerte de colores.
Las semillas fueron promesas... pero el miedo que trajo la embriaguez las marchitó.
En la barriga fermentaron. Los alimentaron y les hicieron crecer.

Con los pies largos se sintieron extraños,torpes. Sintieron que tenían que andar… y así lo hicieron, desterraron sus almas del edén. Precedieron sus pasos con lágrimas esperando ser como el cielo, tratando de regar la tierra y ofrecerle algo más que polvo de huesos.

Tuvieron miedo.
Eso hizo llorar a la muerte, con desgarros tan terribles que su rostro, por primera vez, no fue sereno. Y el vacio de su pesar fue tan profundo e inmenso, que los hombres le llamaron infierno…

(borrador.
)

martes, 28 de febrero de 2012

Luceros negros al horizonte, luz profunda que le roba la lumbre a la blanca nieve,aliento de bosque fresco que gime hacia el valle siempre sumido bajo límpido invierno
y entonces tu valle, diosa, que esconde aromas de flores, que guarda senderos secretos
por los que trashumo mis pasiones por lo bello como el susurro del viento y el terso cielo.

Abajo, descendiendo por tu valle, aspirando los aromas de las flores sepultadas bajo la nieve blanca;
arropado por el mecer del prado y de repente tus temblores que me tumban sobre el suelo,
que me llenan los dedos y el cabello de la escarcha etérea que los cubre a lo largo y a lo ancho,
que se derrama por las colinas y se apacigua en tus rellanos donde se detienen también mis pasos
y donde toman aliento mis pulmones abrumados por el espíritu que infunde tal fineza a tus campos.

Tiemblan tus entrañas, me resbalo entre claveles blancos, botones rojos y pardos
y termina mi peregrinar al concluir también tus caminos en el más profundo ,tibio, altar,
de malvas cúpulas, de tiernas y atentas bóvedas, que esperan siempre la oración del ferviente andante.

Y a tus campos volveré una tra otra vez, lozana diosa, para presentar mis ofrendas hasta que el milagro sea consumado
y bajaré luego de nuevo a tus valles, y errare por ellos,
porque me he prendado de tus sendas, secretos y esplendores,
y agradeceré no solo la promesa sino el sosiego de tus hibernales prados
y el susurro que todo lo inunda con tu canto, a pasos y rezos, entre pasos.

domingo, 26 de febrero de 2012

Menel. Eres el aliento que palpita en todas las semillas que estallan de los frutos purpureos en el blanco invierno.

Siempre has sido ese sibilante susurro, ese susurro que hoy no termino de descifrar por la inmensidad que me ahoga en su dulce recinto, en una vida lejana. Somos más que carne, cuero o hueso, y tú eres ese Todo mío que se encarna en lagrimas tiernas y raudos esplendores. Me busco y extravío y veo que cada tropiezo te hace temblar, porque te duele y el dolor te atemoriza cuando lo ves rojizo en mi piel. Pero yo te digo hada mía, que impasible vigilas mis pasos errantes por el bosque, que no te pierdo yo tampoco de vista, que mi corazón se inclina a buscarte en cada flor del camino y que se alza para recibir el canto de cada pájaro. Que te siento cuando siento que el mundo gira danzando potentemente junto a todos los perfectos astros y que tu sonrisa está siempre detrás de todos los rastros que cada cometa dibuja en el cielo estrellado.

Eres la inmensidad de la noche y por eso tu piel blanca le hace de espejo a las constelaciones del cielo, dibujando sus propias leyendas sobre tu nieve en salpicaduras pardas y rojos lunares. Eres el ocaso encendido y la danza serena de las nubes. Te eriges como trazos rebeledes en cada cuadro retratado contra la tiranía del mundo, tan constante como el bramido de la tormenta y tan precisamente intermitente como la caída de los rayos. Eres una niñita, mi niña, al fin y al cabo, porque eres la niñez del mundo encerrada en un orbe de cristal nevado.

lunes, 6 de febrero de 2012



Fóbico manchón de sangre sobre los irritados, estáticos, dilatados ojos, que brota del febril dolor de no ser absolutos para el otro, del nunca estar en todas partes y en todo momento, de ser seres incompletos, soberbios: de cometer la insensatez de querer ser Dios y no serlo.
(Pretendidos dioses. Omnipresentemente idiotas.)

De esa ira emergida de la impotencia absoluta ante la ausencia, con consenso propio, mentira mal creída o incluso aquella ingenuidad del destino de no saber de ti. Celos malditos que no son otro sino aquel demonio del odio, transmutado en miedo y corrompido en puñal sin oídos ni corazón…
No más que aquel que luego vuelve a latir, henchido tan solo de asfixiante culpa.

miércoles, 25 de enero de 2012

¨- Para ti, violadores y asesinos son víctimas. Para mí, son perros. Y si un perro lame su propio vómito, lo azoto.

- Los perros actúan por instinto. ¿Por qué no perdonarlos? Pueden aprender muchas cosas...
- ...pero no si se los perdona por seguir sus instintos.¨ (De Dogville)





¿Qué hacer con este odio que me encierra, que me implanta barrotes hincados a flanco y flanco en el costillar, que me vuelve pescuezo seco la garganta?… volverlo acaso sangre entre tus podridas inseguridades?¿me devolverá acaso tu sangre lo que le cobraste a las páginas infinitas del cosmos? Restregarte tus blasfemias contra todo aquello que una vez en palabras profesaste podría acaso ahuyentar los demonios que, revolcándote en miseria y lanzando semillas rancias hiciste mancharan la nieve blanca?

Cuando tu creías tener algo entre tus brazos, lo único que abrazabas eran tus propios miedos, porque siempre habrá refugio para las hadas de este mundo entre las estrellas distantes y los bosques profundos y las altas cúpulas de la ruinosa catedral, porque solo mi duda le hizo dudar. Vete a revolcarte en tus podridas pestilencias y destila envidia, que por más que te lo hayas procurado con violencia, autocompadecencia y malas mañas, solo la mentira de la carne acompañó tu gangoso vociferar, carne cuyo espíritu no aguantaba tu roce y que soñaba y esperaba el consuelo de poder volver a mí, que tan solo he sido siempre un buscador con tan solo dos de más certezas que el que se ha perdido por completo a sí.

Porque con las manos solo sabes lacerar a las pieles tiernas, a los ojos claros, porque solo sos profanación del don pensante, mutante, del hablar y el expresar, del errar y gritar al firmamento: Oh mal Adán, hidalgo escaso, hexápodo cuyas fauces, aun herguido en dos, no dejan de heder a basura apenas consumida.
Oh consumado mentiroso, poeta que se atribuye a la locura pero que acobarda siempre en su presencia y teme a su musa, que le abofetea y huye. Tu ponzoñoso bardo que cantas a las gracias de las diosas y aun osas violar vulgar su más sagrado santuario, sin honor, sin belleza, sin piedad o tan siquiera ternura ¡Que te engullan las fauces de tu miseria y ardas entre las llamas de tu culpa, que sea su dolor, que sanar procuro, TU INFINITO INFIERNO!

miércoles, 18 de enero de 2012

En un momento, en que la luz de estrellas moribundas alumbraba el firmamento, unos ojos se abrieron debajo del oscuro cielo... meses después un par de manos se alzarían hacia el cielo por primera vez y un llanto destaparía el tono de una voz arrulladora... ese fue el comienzo, después del silencio, después del ruido del que apenas recibimos eco pero que aun así nos dio tanto de lo que somos.

Así comenzó. Y luego el dolor; el dolor de la carne, el dolor de la duda, el dolor de estar lejos... todo tan solo para encontrar la salida y escapar mil veces a través de tus ojos, lejos de las cadenas oseas y encontrar una razón para levantarse después de hundirse en la propia ruina, eco de una maldición impuesta por mano propia, para encontrar un barullo en las almohadas, cerca de las estrellas viajeras y un trino acariciando los rayos del primer sol.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Damn on me, crawl on me, and make fall thousand nails,
trespass me with the mercy of the blacked wings
that carry death and rest for my existence sin,
Oh! just mercy i beg, in the pointed steel,
in the scarlet tear of my runaway life.

martes, 15 de noviembre de 2011

Cuando llegue el fin, ponte en pie, levanta la mirada hasta la nube más espumosa sobre tu cabeza, échale un par de sonrisas y tres gotas destilando nostalgia, suelta la tierra que empuñas en tu mano y déjala volver, que se esparza cenicienta sobre el suelo árido e invernal.

Cuando llegue el fin, recuerda grabar por dentro el último destello de sol, colado y rayado a traves de las extrañas nubes, remolinos de vapor. Recuerda agradecer cada punzada en el corazón porque quizá ya no lo necesitas más.

Cuando llegue el fin aferra entre tus dientes las últimas palabras, no grites ¨amor¨, no pidas redención, deja a tus ojos entonar mil himnos y mantén firmes los pies, haciendo mella en el suelo quebradizo.

Cuando llegue el fin, recuerda que él estuvo allí y que sus manos desplegaron mil gracias. Empaca ese último aliento en un suspiro, retén un último por qué y repasa el iris de todos esos ojos que una vez amaste...

Luego vendrá un segundo de silencio... para el estruendo que vendrá, con la tierra abierta bajo tus pies, con el mundo entero esperando solo por si mismo, extiende las manos al cielo y déjate caer.

pD: allí estaré

jueves, 1 de septiembre de 2011


~I~
Extraño la inocencia de los sueños de cuando era niño...
Quisiera ahora encenderte un bosque de faroles...
Abrir una puerta, quemar con plata mil soles, fundir mil noches...
Huir con la corriente de la cascada, abajo, la cascada.
Salpicar el aliento contra rocas en el río turbulento,
entretejer carmines los lazos, pintar con ellos las nubes del cielo.

~II~
Dame una mano y túmbate a sonreír un buen sueño, bajo la sombra de un frondozo roble, dame de lejos un beso. Descansando tu mejilla en mi pecho, con pensarlo
me entregarás el poema que no se escribe y que queda en el negro lienzo,
fundado lucero... en el tiempo, para memorias y olvidos, un lucero.
En mi pecho encerrado el tacto y la labranza de mil manos que me falta, de mil vidas para mil nombres que me han dado dos mil ojos que me han visto y mi silueta han adivinado -atinando...desatinando- Por mis venas brava sangre se aquieta y se estremece, como el estanque al llegar el eco de los pasos del gigante. El llanto de mil voces, inocentes la quinientas, claman por un veredicto a los soles negros, a las horas más inciertas, a los caminos más ensortijados, y la toxina del deseo conduce sus ecos a un sideral encierro. Artificios vítreos y pulsaciones de vida entre mis dedos, un paso en falso para caer a un camino cierto y una cortada profunda para que ventilen los sueños.

domingo, 7 de agosto de 2011

Querida muerte: he encontrado el susurro que buscaba.

Hace un par de ayeres que tus ojos son distantes,
aunque tu aliento no se vaya,
aunque la noche me recuerde que vendrás

Desde que las estrellas tienen brillo y desempañó la sepia de los ojos,
hubo un pequeño juego que de repente se acabó.
Yo te extraño hermana muerte, en esas noches solitarias
y aun en su sonrisa me gustaría que pudieras
tomarnos de la mano para hacer una ronda nueva,
necesito que sepas que se hace precisa la lumbre de una hoguera.

Los lamentos que me enseñaste tienen su lugar preciso
y en lo más alto de mis arcas guardaré siempre su frío
El invierno estará en el tapiz a la cabecera de mi cama
en los grabados de su cuna, en los suspiros de mis mañanas,
tu nombre se cincelará en el oratorio de mis plegarias.

Hermana muerte, un juego nuevo te propongo:
ven por nosotros y danos ese descanso eterno
cuando su sonrisa lo haya consumado todo,
cuando hayan suficientes zapatos llenos, dejando huella
y las palabras del epitafio tengan voz y eco
en las almas aledañas y en las peticiones más lejanas.

Envuelve con tu elegancia las flores de nuestro jardín
danos la memoria de las noches más milenarias,
no nos dejés desenamorar de la nostalgia
y no abandones tu apostada. Despliega tus alas
y guarda nuestros pasos, murmúra en el camino
a nuestras arpas y labranzas

Y vendrás por nosotros, muerte amiga
y te recibiremos gustosos, como siempre serás recibida en nuestra casa,
con lumbre de velas, con letanías de muertos,
con rocío en las mejillas y sonrisas en los labios.

Y extenderas tus manos sobre aquellos que has guardado,
y nos mostraras la tierra prometida tú que fuiste ángel.
y serás entonces el hogar nuevo al que llegar,
al final de la jornada. Al final de la jornada.
Para ambos corazones al final de la jornada.

domingo, 31 de julio de 2011

A ese saco echaremos el polvo de los huesos y los gritos más desalmados, en las alforjas solo caben leña y tinta y fuera de ellas, aun en la espalda, solo hilo y la guitarra de siempre, para burlar el frío y para que no se nos olvide cantar cuando el camino se haga largo.

De a pocos, cuando cantas, vas desprendiendo los tendones a mi espalda, desnudando las cuencas donde tejeras de caricias un par de alas bravas, hasta que toda la carne se deshaga y de mí se haga al espectro preciso, y mi asta en tu sonrisa sea perenne alzada como el nombre de un fantasma, que sea yo la voz que no tropieza y el paso firme que se aferra, el escudo que no cede, el peregrino que no cansa. Que sea el patriarca más rebelde y el más infantil de los amanuenses.

Que los gritos que alzaba en mi niñez, le ruego a los silfos de la noche, vuelvan a la vida del reino de los muertos, que andantinos erran entre los distantes astros, para llevarnos lejos, para empujar las velas, encantar los maderos, soplar las hojas, cubrir tu piel en las noches y enseñarle a un alma nueva las maravillas del mundo, sin miedos ni perversiones, porque él, amor mío, él sabrá más que nosotros y él, querida mía, alma toda de la mía, aprenderá a volar antes que gatear y aullará a la par que clama aferrado de tu pecho la esperada llamada, tan sutil, tan serenada: Mamá.

Tinta y leña de las alforjas serán vaciadas, y con ellas nuestros días no serán flagelantes ni sus horas esclavizadas, tendremos siete mil momentos para mantener encendida la hoguera y la vida para derramar la tinta e ir por nueva; los relojes, mi pequeña curiosa, serán tan solo enseres vanidosos, colgados como alhajas a las paredes para que bailen y arrullen cuando sus engranes más viscerales se sientan necesitados de expresión. Todo esto, Niña de siempre, es un sueño y una promesa tambien.

domingo, 10 de julio de 2011

Tenemos dos pies y en ellos nos tambaleamos,

tendones que crujen y se raspan los unos con los otros,

cabezas que se balancean pesadas en las noches

muy cargadas de olvido y nostálgica melancolía.

Hemos sido fruto indeciso de la fuerte y noble tierra,

que como ríos ha encauzado el raudal de nuestras fuerzas

en agua roja que retumba en nuestros pechos

e inunda toda horma asida en cada huella.

Nos llamamos monstruosos, perversos y recreadores;

Teniendo palabra hemos bautizado y maldecido,

Con nuestras manos hemos tejido y descosído,

Aunque, también, hemos sido

Mirada que se aleja

pupila que se empaña

garganta que desgarra

precaria que se alza

Podemos aun soñar con el pecho atiborrado de sangre,

nombres y gritos aun claman por las alas que dieron a las aves,

hay aun una voz que ruega el brillo a las estrellas y la belleza a la noche

lo vasto a los prados y los mares, la sutileza y la constancia al viento

la alegría y el perfume de las flores:

Podemos soñar cuando la luna se alza completa a trinar entre nosotros.

lunes, 23 de mayo de 2011

...




¿Dónde estoy'?



.


domingo, 15 de mayo de 2011

I miss death, cuz...
i don´t want your smile
to be torn.

When the crow came
and knocked my door,
i pray him fervid

to bring me back the sky in your eyes,
the view of my wish...
the face of my dream.

domingo, 8 de mayo de 2011

Hasta que tú regreses...

Mientras el viento sople

esperará mi pecho henchido

y se desgarraran las paredes de cuero.

Se fundirán piel y costillas,

Hasta que tú regreses.


Mientras que las miradas solo contengan vacio

vagaré de un extremo a otro.

Esquina a esquina recogeré la memoria de tus pasos,

le arrancaré tu voz a su distorsionado eco,

entre gritos y balbuceos

no dejaré que se apague tu nombre en el viento

y entonces estarás aquí,


habrás vuelto y harás de tus lagrimales tintero

Serán tus huesos mi mármol

Tu abrazo mi sarcófago

y volveré a retozar en aquellos campos verdes

crecerán las flores al invierno,

se fundirán el sol y la luna en un solo astro

y serán tus ojos el firmamento

y tú, memoria, silencio, sonrisa,

serás el santuario por el que resonaran mis pasos

y el eco de mis risas alcanzando tu juego


Pero mientras tanto

la noche seguirá avanzando.

Y las nubes cubrirán mi cielo

cuando mire hacia él en busca de consuelo.

Y arderá la ciudad

Se quemará mi alma

El fuego consumirá mi hogar

Y mis sueños se harán cenizas.

Mientras el viento sople

esperará mi pecho henchido

y se desgarraran las paredes de cuero

Se fundirán piel y costillas.

Seguirá la Luna ocultando su rostro

Y las estrellas rehuyendo su brillo.

Se marchitará el pasto bajo mis pies

Y se mantendrá en mi cuerpo el olvido

Hasta que tú regreses

lunes, 25 de abril de 2011

De por qué, ayer, me quedé sin escribir.

Ayer el cielo no decía mucho porque estaba detrás de las cortinas y eso, eso mis queridos amigos es ser más que simplemente hedonista. Ayer yo no escribí, ellos lo hicieron; yo que me gasté la tinta gritándoles reclamos sordos y desesperados a los dos, a todos, así que ayer me quedé sin escribir.

Mientras ellos lloraban todo un potente océano de lagrimas y lo llenaban de pez y lamentos, se soñaban con un bosque oscuro, se dibujaban y desdibujaban nubes informes, conformes, rebeldes, mientras desnudaban frutas maduras y tiraban la cascara triste, sola, sin asestarle al cesto y le lloraban y le cantaban al rocío de los ojos que se desparraman cuando escuchan y leen el cuchicheo de los timbres en las bicicletas de la mañana repartiendo los diarios… yo estaba allí, inerte, habiendo olvidado abrir la bendita ventana para que la mariquita volara fuera y no terminara por posarse en mi ojo, eternamente abierto… yo, sin inmutarme, no escribí.

jueves, 14 de abril de 2011

Ustedes creyeron que a mí me dio por escribir por y para ustedes. Bien se equivocan, pero la culpa, no digo me sea ajena. Yo vine aquí y claro, me quedé ¡craso error!

A mí la poesía me la brindó el mismo que me animó la vida y sus fingidas certezas no valen ni por por una, ni por el más ínfimo fragmento de su sonrisa. Es por eso que me marcho, porque a él y a ella me debo, calzas, manos y palabra y solo a él y ella les podría rendir cuentas sin fijaciones ni afanes.

Y si algún hermano, con la misma marca, se acerca a sus puertas aun temeroso de la vida, que sepa de una vez que ni certezas ni azares dependen de su capricho estatal y que una mística providencia, al final, les arrancará esa insana paz inundada de estanques putrefactos y les dará una última luz y una última sombra, un silencio perenne, y solo de ellos depende abrazarlo antes de que se los imponga la tumba.

martes, 29 de marzo de 2011

Espantapajaros

No rebeldes, aficionados a la rebelión.

No devotos sino panfletarios inconclusos.

Lenguas cortadas, artríticas manos pintadas… ¡por favor!

Callaos ya que tanta incompetencia está ahogando la autentica devoción

Callaos, callaos, que vuestra alma no es sino adorno de férreos enseres!

Vosotros que no sois sino engranes pero aun alzáis la cabeza al cielo:

¡Dejad a las aves volar!

… No sea que más pronto que tarde encontréis el cielo vacío y gris.

lunes, 21 de marzo de 2011

Una vez más el velo teñido de rojo, una vez más la noche y la luna sin visión posible.

Una vez más que pierdo al horizonte amor y fraternidad. Una vez más que bailo con los muertos…

Y me he hecho torpe: trastabillante adelanto cada paso: calados tengo los huesos…

¡Y qué bien se mueven los esqueletos ¡! y qué bien ríen!

¿Tanto más mi amor? ¿Mi señora, será hora ya? ...¿Será otra la hora?

Ostenta tu mano, clava en mí tu piedad. No me dejes solo soledad.

Llévame contigo al sepulcro del silencio, llévame contigo y no me dejes ver atrás.

Gota por gota ya han llovido tantos otros el pesar y yo quiero sonreírte,

señora pálida, amante de los que se van, oh tú, último abrigo del hombre huérfano,

en medio de la estridente selva infernal, recuerda mi nombre y olvida mi infamia, recoge los sueños y comienza a volar!

martes, 1 de marzo de 2011

Sangre en el río, sangre en el río,
cata el sabor de tus seres queridos,
deleita el dolor de tu amor ya marchito,
y olvida el temor de dormir,
de espaldas, el abismo.
Jugarán, lo se, los niños sobre mi tumba.
Mis ojos que son ciegos, que más no lo sean, ay mi luz, que ya no lo sean. Que con el respirar raído he buscado en tus vientos mi aliento, que en salmodias he buscado un santuario de letras para tu cuerpo que guarda tus miradas y sueños.

Maldición de la palabra corta, de la lengua torpe y yo os extraño y no alcanzo a cortarte la piel y destilarla en ajenjo. Si me desgarraran de una vez más que la piel el tiempo y cada segundo se desangrara fuera de mí y regara las santas plantas... Sí. Más valdrá el rojo carmín de la rosa, la grana y el clavel que las injurias, errantes de miseria, entre mis pasos.

Allí en lo alto, ángel que esperas, que velas, trae en buena hora la noche eterna a mis parpados, el silencio a mis labios y libra a mis queridos de mi lacerante abrazo.

Calle abajo, arrabal de blancos, legado del caído y seductor, de bello rostro y blancas manos, de poemas dulces y sangre embriagante, callé abajo, se van rodando, pero nada de lamentos: sabrás que son segundos que son respiro y son tuyos y tú, tú que eres tiempo y olvidas ve a cincelar la lápida y tal vez, al final, dejes un mejor recuerdo.

Que no sean mentiras, que sea un canto ajeno a la miseria del mundo, testimonio eterno de la divinidad que ya no bebo.

domingo, 20 de febrero de 2011

Las noches...las noches suelen ser oscuras y hermeticas, suelen ser cantos silenciosos resonando detras de mil velos, por un pasillo arcaico, lleno de remembranzas.

Las noches suelen ser tranquilas y guardar bestias aullantes que estremecen a los oídos dormidos y a las almas calmas, donde se develan todos los sueños de los niños y los hombres con mayor presteza y temor.

Las noches suelen estar llenas de magías inhumanas, enajenantes de la raída senda de los malos mortales, suelen ser una tranquila invocación a la muerte...


Esta noche no estás y te tengo marcado por todas partes. Me has traído calma y me has hecho estremecer a cada paso, si camino entre las calles grises de esta ciudad tan vacia, tan ignorante, tan indolente, tan petulante, ciudad al fin y al cabo, no me encuentro con otra cosa que el ruido sordo de mi sangre clamando por tu nombre, gimiendo en sus lagunas por una gota de tu silencio, derramandoce sobre sí misma frenéticamente para llamar la atención de los astros tan lejanos, tan luminosos, tan ignorados, tan indolentes... buscando la luna para que me recuerde tus ojos y me deshaga los nudos de carne que se me forman entre tendón y tendón.


Esta noche, con su viento frío arropandome de mi, no se vasta sola para aullentarme los temores, y por eso, hermana mía, te pido que vengas a mi ventana, que me arropes en tu abrazo y me beses con silencio, que me hagas olvidar el nombre impuesto, que me des uno nuevo, que me enseñes a cantar con lagrimas de sangre y tañir de purpuras cuerdas, que no me dejes solo y seas mi escapulario para ullentar a los demonios y las bestías que dentro de mí aullan y se revuelcan intentando deshacer los velos de tu noche.

jueves, 17 de febrero de 2011

Alquimista infame.

Ese que da las gracias investidas, la inspiración requerida,
aquel lamento preciso y desesperado ,
aquel violento aullido que conmueve los rojos tejidos,
que estremece las lagunas de la sangre,
que las llaman a la rabia e invocan el llanto,
es ese el difamado: el hacedor infierno
Me he buscado desde siempre y conmigo, he esperado encontrar un sentido que me justifique y sea más grande, no solo que el vacío sino, que las decepciones. Siempre obsesionado con el concepto de verdad, la belleza que habría de probarlo iba apareciendo ante mis ojos mientras yo neciamente y sin poder evitarlo me prendaba de su belleza y abandonaba mi suerte y mi consciencia a sus brazos.

Creo que en un principio fue la lógica quien me dio la confianza en la palabra, ya sumida en su esperanza me vi crecer, tambalear y caer en un fangoso sin sentido de donde apenas vislumbro salidas fugaces y que no me alcanzan nunca a traer la libertad.
En medio de ese fango y para no dejar morir las esperanzas invoco cada que puedo, palabra por palabra, todos los infantiles sueños y las quizá no tan vanas ilusiones que, o bien viene del mundo o la fantasía como espíritu vivo hace arder la palabra justificando en ella mi existencia y, para mi cansada alma quizá más importante, dándole permanencia a todo aquello que en el mundo aparece tan dolorosamente fugaz.
Cómo hago para justificar mi ausencia
cuando mis razones me subyugan, me son ajenas.
Como viajante incompleto camino y tú has aparecido a mi lado,
sin embargo el viento y las piedras soplan y caen ambos
sin merced o consideración de nuestros lamentos
ya hemos olvidado, querida bruja, nuestro grimorio completo
y sin todos los encantamientos en la lengua a penas y nos queda
aquella magia negra, azul, sola, la de la tinta, la del poeta.

sábado, 29 de enero de 2011

Empequeñecido imagen y palabra.
Enmudecidas mis manos a merced del viento quieto.
Siempre el temor a tu belleza.

No preguntes por excusas ni medidas,
por qué te busco en medio de inconclusas huidas,
fallidas,
ni de descifrar trates el temor que me provocas.

Ojos albinos, soy yo a quien temo
porque tu cincelado he despertado en mí
a las brujas susurrantes inundando mi cabeza.

Yo soy el filtro y me he derramado,
encantamiento destilado,
en la sangría de egoístas ilusiones.

lunes, 24 de enero de 2011

Una de tantas sombras.

Otro día más y aquel árbol permanece.
Otro día más para las cuentas, para los cuentos.
El mismo árbol floreciendo, el mismo,
el mismo árbol deshojando.

Otro día más y el cielo se oscurece.
Otra noche nueva para los cuentos, para las cuentas.
La misma luna iluminando la sombra tangible de aquel árbol viejo,
de aquellas palabras legadas de abuelos ajenos, de otras tierras y otras madres,
sueños que huelen a otras sangres y pasiones ya olvidadas, ya lejanas, ya distantes.

domingo, 23 de enero de 2011

_ y esa, mi querido amigo es la cuestión ¿ah? No, no. Ya te lo dije, no se sale de aqui asi! ¿qué sentido tiene?¿a quién le servirías?.... ¿Cómo?... oh vamos, no seas egoista!
11:30 de la noche. El salón está oscuro. La silla derribada en medio de las sombras y el humo. Las cuerdas...: bien atadas.
-Necesito un nombre, nada más, eso dije en más de una ocasión -su voz sonaba algo quebrada pero todo estaba en silecio asi que no se perdia entre ningún click o crack- Lo he tenido todo y lo sabes, estas cuerdas de qué son? ¿plata... oro acaso? Con eso las tejieron?
-Ese no es el punto, pequeño idiota, y lo sabes, esa no es nuestra cuestión a tratar aquí- el rostro se le acercó a los ojos, pálido, invisible entre las sombras... un respiro- siempre se ha tratado de ti – la voz se alejo de golpe- eso sí que lo sabemos los dos y todos esos nombres, todas esas fotografías, retratos, poemas, promesas... y claro! Los besos, que me dices de tus malditos besos?
-yo...
-shhh!, tú nada, ahora escucha, ya has hablado bastante todos estos años! - esta vez fue un suspiro, claro y hondo – te quise... mucho, querido, si que lo hice, pero eres un bastardo. Ni un solo padre o madre natural, todos legítimos, reclamando tu maldita paternidad – un zapateo seco a lo lejos y...- ¿y yo? Te he esperado tanto, jugamos entre las sombras, me invocaste con tus malditas palabras en viejo latín... ni siquiera sabias hablarlo. -Todo esto... ¡Nah! ya no importa. En todo caso no vas saltar. Vas a volver. Vas a volver juicioso a tu recamara, tomarás tus cosas e irás por ella, la llamaras a tus brazos y la liberarás, un puñal limpio, una cuchillada sin más... cantarás para ella, olvidarás su nombre y entonces, solo entonces vivirás en paz, servirás bien y no volverás a refunfuñar...
... nada?, ¡¿No dices nada?!
-¿Qué quieres que diga? Sabes que me niego, que saltaré antes de que salgas de aquí...
-pero querido -le interrumpió la voz con una fuerte bocanada de humo sobre su fría y sudorosa faz - yo no saldré, serás tú quien lo haga...todo...

Las cuerdas se aflojaron y la luz cayó de golpe, blanca, blanca hospital, inundando la cabeza del pobre idiota, tirado en el suelo. Se levantó y sonrió... después de todo ella no estaba allí, las paredes seguían acolchadas, la puerta cerrada y ella afuera, a salvo.
Respiró... la puerta chirrió y allí estaban esos ojos, grises, como el cielo encapotado, llorando, como el cielo encapotado, y sus manos, blancas, tiernas.... rojas de sangre, y sus labios, rosa de tarde buena, en una suave mueca de compasión se abrieron diciendo:
-Aquí me tienes corazón. Tardé sí... pero llegué.

martes, 11 de enero de 2011

Iseo, Hija de la luna.

Hubo una vez una villa alejada de todo, exiliada del mundo no a razón de vicio sino de virtud, donde fue concebida una niña en una noche oscura, en una sombra infinita, entre lagrimas de amor. Las estrellas brillaban por doquier refulgiendo sobre el negro de la noche, pero la luna estaba sola, se sentía y no encontraba entre todas las estrellas un brillo como el que añoraba encontrar para calmar su soledad. Así bajó a tierra, se posó sobre una montaña y la noche se detubo porque esta, huérfana, no supo que hacer ni como avanzar.

La luna, con la piel puramente albina y los ojos como se tiñe la noche, que sobre el negro se destilan azules, purpuras y carmines rabiosos, con los labios finísimos y los pies temblorosos comenzó a descender la colina, sublime pero temerosa... La luna no camina...

El descenso, fácil para pies entrenados, entre suaves gramas que se inclinaban para acariciarle los tobillos y flores que de semilla pasaban a petalos abiertos con solo sentirla cerca, le resultaba complicado. Paseaba lento y hermoso, pero le temblaban los pies... la luna no solía caminar.

Mientras sus pies se arrastraban temerosos colina abajo, en la villa, algún que otro juglar aun despierto y quienes los escuchaban, corrían a tientas tropezando aquí y allá, buscando antorcha o candil para luchar con la completa oscuridad. Uno entre ellos, un mozo triste que no tenía inquietud por la negrura de la noche, se levantó de su asiento- nadie lo escuchaba esa noche porque él no sabia que cantar- y sintiendo como se le apenaba el alma por dentro, notó que el corazón le sangraba y tanto dolor le teñía la sangre de otra tintura. De sangre azul se le inundaron los pulmones y cayendo de rodillas, mirando hacia la colina sin ninguna razón para justificarse, comenzó a cantar el pesar de la noche en los bosques, de las sombras entre las ramas, del lobo y el ruiseñor sin musa para contemplar, de los ríos sin brillo y del mar muerto sin compañera para danzar.

La luna, a penas y a cuarto de camino colina abajo, escuchó la voz que un silfo, cabalgando en el viento, le vino a traer; la voz de ese joven y triste mozo le hizo brillar el corazón y recordó como se danzaba en los cielos oscuros de la noche. Y eterea comenzó a bailar, paso a paso, giro a giro y salto a salto, pronto vio toda la colina ya atras. Llegó a la villa y asistio el cése del alboroto, los hombres que antes se tropezaban a cada paso se clavaban al suelo por el asombro y el temor precensiando maravillados como el más hermoso par de ojos que hubieran visto nunca bailaban como fuegos fatuos entre las sombras. La luz de sus ojos y el tintineo suave de sus pies cuando rozaba el suelo se convirtieron en el unico desafio a la oscuridad y, junto con la canción del joven mozo, al silencio.

A esa voz llegó la luna poniendo sus ojos a la altura de los de él. y le alumbró la mirada y él la pudo ver, y ya no pudo lamentar más en su canto por los demás, porque en ese momento tuvo lo que todos lloraban perdido y la luna se preñó de la belleza de su tristeza y su canción y la guardó en su pecho. El joven mozo perdió la voz y la vida se le escapó amandola, todo el brillo de sus ojos se derramó en lagrimas sangrientas teñidas de azul y la luna lo tomó entre sus brazos y lo arrulló.

Durante siete noches la luna lloró su perdida, porque en su canto había encontrado aquello que le faltaba y en sus ojos estaba el brillo que las estrellas no podiían darle, Así que imploró al padre de los cielos que le revelara como recuperar su amor y calmar su pena. Los silfos que se negaban a sentir no pudieron esta vez ignorar un dolor tan hondo y lloraron amargamente lamentando a cada suspiro por la perdida de la luna y volarón todos apresurados dejando sin música a la tierra entera por el afán de hacer llegar el llanto de la luna hasta el padre de los cielos. Solo uno no la abndonó desesperado como los demás, uno que no pudo desprenderce de la luna y que se quedó para dar vida a sus lamentos en la tierra.

A la sexta noche de los lamentos de la luna los silfos llegarón a la morada del padre celestial, en la ultima boveda del oscuro cielo y todos, al tiempo, cantaron la pena de la luna y el padre lloró junto con todos sus ángeles conmovidos por la belleza y el dolor Asi el pádre mandó al más joven y hermoso de sus angeles a que se lanzara a la tierra y le indicó la forma en que la luna no sintiera más dolor.

El angel calló y buscó la luna. Al encontrarla le hizo saber que la vida de su amado la había llevado toda a su propio corazón y que así estaba en ella toda contenida. Debía conjurar una nueva vida con todo esto que guardaba para calmar su dolor pero, advirtió el ángel, el padre celestial solo le otorgaría aquel don de ser madre si aceptaba su destino como astro y volvía a alumbrar la noche junto a todas las estrellas.

La luna aceptó y así hizo. Con la sangre que su amado había derramado en la negra tierra conjuró nueva vida dando forma con cantos a una niña que llevaría en su belleza la esencia de aquel amor que por ese joven había sentido, y para alumbrar sus ojos les inculcó el recuerdo de su imagen haciéndolos brillar con una profundidad y belleza tan sublime y triste que ningún hombre podría nunca decifrar. La luna perdió su voz habiendola entregado toda en aquel ritual y asi no pudo conjurar vida nunca más. Teniendo que partir le entregó su hija a los silfos y le pidió a los lobos y a los ruiseñores que no dejaran de cantar en su nombre y subió a los cielos y la larga noche pasó y la luna supo llorar en silencio viendo como se llevaban los silfos a su hija lejos, a los adentros del bosque.

( primer borrador. )

martes, 28 de diciembre de 2010

Qué quién soy? lo sabrá Dios o lo podrán cantar todos los seres y lamentos que nunca aprendemos a escuchar. Soy como cada uno, el ignorado, el inconsciente, una palabra tan silenciosa que da espacio para escribir mil... ¿Qué seré? Os digo con la sangre al cuello que ya no soy otra cosa que recuerdos, y os confieso que los recuerdos no viven solos, que viven si se les da memoria viva, y por eso ya no vivo en mí y el ánima que habita mi cuerpo no puede ser libre ni entregada, tiene que ser causada e inspirada por aquel que sepa recordar, y así, si solo soy recuerdo, ya no tengo tanto más que recordar y si nado entre tu olvido, y si la memoria no te alcanza para creer en una sola palabra más, te digo que pintes con el mejor pincel una firma roja justo en la esquina del papel, que ya no queda nada, sino todo lo que fue, y serás el nombre que siempre has sido, y en él me consumiré pues seré, a fin de postres, la cita para el epitafio en tu lápida y la rosa marchita que cortarás de tu tumba sin dejar nacer.
Ay de mí, maldito siete veces.
Ay de todos los hombres que sueñen con el amor,
pues no se puede encontrar entre tus manos tu nombre
una segunda vez.
Y vagarán los ojos entre fluviales descendiendo a torrentes,
Proferirán las gargantas sangre
creyendote tan solo divina ilusión.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Bendito el cielo claro que no alcanzan mis ojos, que me derrama la piedad de ver en medio de mis vagos pensamientos tu nombre. Maldita la sangre de los oceanos que me supura torrencial y salada por la garganta, que se va consumando la noche, que me va trayendo un sueño, que me abre puertas inconclusas, secretas, desconocidas por todo hombre, puestas en juego con toda faena y toda lid, trofeo supuesto de toda batalla...Serás! siempre serás!

domingo, 5 de diciembre de 2010

Isolda

Esta es una buena noche, una perfecta noche y tú...tú eres preciosa y estás aquí. Algunos dicen que después viene el silencio. Yo nunca he estado tan seguro. Sea lo que sea que haya luego, de ello me separa la talla de la torre del jardín, a vuelo de cisne. Ahí estaban tus ojos de invierno y un montón de palabras arrinconadas en mis tobillos, esperando por desanudarse y saltar bien calladas al vacío más pleno y significativo de toda mi historia. Ahí estabas tú y además de lo de siempre solo puedo lamentar lo mismo, y no puedo creer que se resuma en haber tenido que llamar a un móvil para pedirte venir… sí, suena patético. Lo sé... pero hoy es una buena noche y tú estás aquí.

No tenía como decirlo, como ofrecerte un salto, uno solo, mis bolsillos, todos, estaban vacíos y no podía pagarte el pasaje. Ahí estaban tus ojos y yo nunca había estado tan seguro. Te estreché entre mis brazos y con rabia en los puños, aun así, con algo de cansancio en el aliento, acurrucaste tu cuerpo contra el mío. Y ahí estaba yo, tan seguro, tan idiota. Tan valiente.

No quería mentirte, no quería arriesgarme. He soñado con el amor y fuera de tu piel he visto y palpado muchas cosas, fuera de todo tu tacto he vivido un mundo cercano, ajeno, embriagante… vacío, sin un nombre, con muchas palabras de más. No quería mentirte y poner esperanzas vanas e inconclusas en mi y en mis torpes manos. No quería mentirte y por eso salté. Por eso y solo por eso, porque cada noche recordaré tu nombre y cantaré desde el silencio, y versaré esta historia, sin censuras, ni celdas, ni tiempo… por nada más que tus ojos de invierno y esos besos del diablo que nunca me atreví a robar… caigo derecho al silencio, con las lágrimas frías como el viento que corta las palabras cosidas como mis labios y un solo nombre para lapidar: Isolda.

jueves, 2 de diciembre de 2010

divagaciones de causas: el rojo amordazado.

Rojo.
Rojo...
Rojo.


De rojo se pinta el cielo en las salmodias del ardor y el nuevo fuego,

esperanza roja tiñiendo día y noche el firmamento.

Crisol del renovamiento, causa divina de la nueva raza, el nuevo efecto: Un solo verso


Roja la cruz templaria y el halo en sus espadas.

Rojo su sacrificio y su eterna remembranza.

Rojo por el rojo de los clavos y la corona carmín de los espinos.


Rojo el fondo de la cruz gamada conjurada por los alemanes bravos,

esperanza roja prescediendo a un pueblo.

Remembranza de glorias, la utopía de un mundo nuevo.


Roja la bandera del comunismo, de la hoz y la maza,

la que canta la internacional sobre comunas y alzadas.


De rojo matizados los paños negros de los nobles anarquistas,

confiando en la nobleza de los hombres,

Asamblea de los hermanos.


De rojo todos los trapos sacros que mencionan la gloria de los hombres por su causa:

Roja la sangre como tinta con la que se escribe la historia y la memoria...

Rojo el dolor. Rojo no será el olvido porque de rojo nacemos todos los hombres.


sábado, 27 de noviembre de 2010

Esfínge.



Cuando tus calzas hayan ya

deborado el polvo del camino

tus huelleros cansados esperaran silla o cobijo.


Cuando esperes ver más cerca

la esperanza del cumplido y el olvido,

verás mis negros ojos y a su brillo inquisitivo.


Yo soy tu encrucijada,

soy la duda, tu temor.

Soy yo lo que te queda

antes de caer en un lecho o a cajón.


Escoje tus palabras y no mires más atrás.

El camino ya fue largo y solo queda un juego,

uno solo por jugar.

Que si amaste, que si erraste, que si odiaste o la ira no bastó,

que si fue profunda la estocada o bien cocido el abrigo del querido y su dolor:

No preguntes y responde que es aquí en mi pescuezo que el oro aguardando está, acá en el arrabal.

O lo tomas o te dejas, sangre y entrañas, en mis garras quedarán.


(Propiedad por concesión y derecho de inspiración de:

Laura Berdugo Gil.)

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Infinidad consagrada al silencio,
los mortales esperando respuesta.

El silencio tras el velo,
tabu por el nombre de los muertos.

la esperanza de una plenitud en amalgamas,
el regalo del silencio.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

El viento silba en medio de una noche adormecida. Los colores se mecen entre el monocromísmo del cielo y las encapotadas nubes teñidas de rabia y sangre, contienen la búsqueda por calmar mi insana concepción.

El viento silba y la lluvia gotea insistente sobre la calle, la duda me inunda, impaciente se adueña de mi cordura y ese raído y brusco musculo que llevo por corazón.

Una sombra es el canto que me trae el mecer de los arboles, desde la lejana nada no dejas de golpear la barca de mi consciencia y volcarla como ola embravecida por tremenda tempestad. ¿Dónde cantas? ¿de dónde viene tu voz que me llama con tanto filo, que me desgarra de culpa, que me esperanza como un puñal cargado de carmín perdón, envenenado de piedad!?

viernes, 12 de noviembre de 2010


Estar sentado en esta cornisa, tratando de ignorar el vacío del peñasco y haciendo un esfuerzo aun mayor por mirar siempre hacia el horizonte, hermoso y lejano, resulto realmente agotador. Al principio simplemente pensé que al borde del barranco podría tener claro lo que era despeñarse, sentir las viseras al aire y soñar con mi alma desprendida, abrazada de la tuya. Con el pasar de las horas, tan largas horas, el viento dejo de soplar para mí y solo sentía esas viseras revolviéndose del vértigo y el frío de la soledad, una soledad incompleta, una soledad sin nombre ni voz. vinieron hermosas aves y me cobijaron un rato, me besaron con sus cantos y me distrajeron un rato y yo, simplemente drenándome y, un tanto, esperando.

Una palabra es una palabra y con la garganta oprimida por el viento carrasposo de esa estéril cumbre, las palabras salen de mi garganta débiles y sucias, todos los juramentos se pronuncian con letra temblorosa y desgastada...pero una palabra es una palabra y palabra soy o debí ser...

... verte ahora me alivia. Saber que me perdonas, que no todo... no, que nada fue en vano. Al final pude terminar con todo de la mejor manera que alcanzaba a esperar. Gracias. La vida se va drenando y con ella se va mi consciencia. Lo que en verdad me angustia es que con ella se vaya mi vista y a su vez con ella tu imagen, musa inspiradora de mi último aliento y mi última sangría, pero estás ahí y no, no tengo miedo. Gracias alma mía, mío amor, gracias por este frío y hermoso puñal, porque el invierno de su metal me corta la agonía de esperar y lava un poco esas lagrimas que salen de ti... no llores más, que mi pecho ya lo hace por los dos.

jueves, 11 de noviembre de 2010

cola de perro.

tengo ojos de perro y husmeo ciego los olores de las flores.
tengo patas de perro arrollado y me tambaleo, y me postro, salto y juego... no tan lejos.
tengo cola de perro, y la persigo tan insistentemente que ella ha comenzado a preocuparse y se pregunta por mi salud mental y me dice que debo buscar ayuda, que me estoy haciendo cuerdo.

tengo un hocico... un hocico sucio y muerto, la mandíbula dislocada y el silbido de un trino atorado en el pescuezo.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

He enviado a los buzones del cielo alto una descabellada petición: he escrito a mi nombre que me concedan un predio de silencio, de ese silencio oscuro que separa las estrellas. Que me escrituren, por piedad, un consenso de paz donde no encuentre excusas para no visitarme mi ofendida soledad.

martes, 9 de noviembre de 2010

La soledad que en añorada hora llamara a mi puerta,me da la espalda a modo de cariñosa sanción.

¡ven a mí! amiga propia. ¡ven a mí y devuélveme mi única canción! que son tus negras alas las únicas que desprenden aquel sabio licor que despierta ante las estrellas el del hombre corazón,
que alienta argenteamente su deseo sin temor.
Si brillaran las estrellas más allá del firmamento, y se derramara su fuego hasta mi convulso interior, haría arder la miseria de la carne y mi aliento se haría hielo, como un espectro al servicio de algún buen señor, buscando tan solo consuelo en las sombra de sus ojos, consumiendome como viento tremolo en la única caricia licita sobre su pulcra y nevada piel, arrebatos de locura... anhelos, añoranza sobre el fantasma de una antigua canción.
¿Dónde he de recuperar la libertad de soñar con tu atenta y dulce soberanía sobre mi cansado corazón, cuando tanta erranza por este y tantos mundos, acallando a punto de ruido toda santa mención, me condena a la desesperada tortura de una orfandad inquieta que ahoga y retiene todo intento por ingerir el nocturno frescor?

Canta para mí, te lo ruego. Que dancen tus alas sobre la agrietada ventana que desemboca en mi alterada razón, que colme tu nombre el fuego de mi interior. que pueda yo contenerme entre las sombras y el silencio y me irrigue de nuevo de paz tu sola mención. Lléname te lo ruego, tú, única fuente capaz de plenar mi alma y amansar mi dolor de devolverle a mis tapices el hilo y el tinte del amparo de la soledad y el romance arcano del amor.

Un-aleatory noises

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