¨porque el mundo ya no importa si uno no tiene fuerzas para seguir eligiendo algo verdadero¨ La Maga.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Oniricas arcadas. Sonrisas temblorosas.

Avanzaba lenta por el suelo frío y agrietado; se iba comiendo el espacio. Y a cada milímetro que avanzaba era como si le arrebatara una bocanada más de aire. Él, por su parte, permanecía allí, piernas y brazos tendidos cuan largos y andrajosos, totalmente quieto... a su alrededor todo parecían sombras. La tenue luz amarilla que descendía desde la tramoya era para él equivalente a la nada.

-¿Hace mucho tiempo ya que espera señor?
-Él le miro sorprendido -un tanto, sí.
-¿vendrá?
-oh, claro que sí, pequeño... Siempre viene.

...

la substancia que la cubría estaba más fría que el suelo (Aquello que es húmedo siempre absorbe y transmite con más arrojo el frío que lo que permanece seco). Se arrastró y comenzó a tocarle el pie. Entonces él reaccionó. Las telas crujieron y la sangre coagulada se quebró sobre sus andrajos. los dientes rechinaron y el pelo, que ya parecía una pasta cruda de petroleo, alcanzó a moverse y golpearle la cara cuando agarraba a la repulsiva criatura por el cuello...

-vendrá. Yo se lo he prometido
Y la arrojó cuan lejos pudo... apenas si la alejó unos pasos pero a él le pareció que le devolvían el aire. Y supo que pronto sería otoño y que él tendría que salir a caminar; que las bancas estarían vacías fuera, y que él tenía que ocupar alguna para esperar una vez más. Al rato se levantó, se lavó la cara e hizo rechinar la puerta... lo pensó dos veces y cogió las tijeras de la mesa.

-Discúlpeme, señor clavel. Es hora de que parta a cantar ¿La acompañaría unas noches por mí?

Lo miró atentamente y esperó su respuesta. -Vale. Sabe que le estoy muy agradecido... caminó con él en la mano y salió a recibir el viento de verdad con la bufanda ondeando. -Siempre vuelven señor clavel, aun cuando parece que siempre se van. Ya verá como nos damos cuenta de que nunca se han ido... ¿qué dice?... ah! no, esas son tonterías. Yo las encierro por la noche, ellas salen, pero en verdad no existen. Usted sabe que yo sé de lo que hablo. Soy un tipo de fiar.

El asfalto de la calle estaba frío, pero sus botas permanecían tibias. La tenue luz que lo iluminaba todo parecía no venir de ninguna parte. Cruzó la calle y andó recordando a dónde tenía que llegar.

Al final no llegaría a ningún lugar. Él lo sabía y sonrió. Esta vez, como otras tardes, duraría para siempre.

Un-aleatory noises

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