¨porque el mundo ya no importa si uno no tiene fuerzas para seguir eligiendo algo verdadero¨ La Maga.

martes, 28 de febrero de 2012

Luceros negros al horizonte, luz profunda que le roba la lumbre a la blanca nieve,aliento de bosque fresco que gime hacia el valle siempre sumido bajo límpido invierno
y entonces tu valle, diosa, que esconde aromas de flores, que guarda senderos secretos
por los que trashumo mis pasiones por lo bello como el susurro del viento y el terso cielo.

Abajo, descendiendo por tu valle, aspirando los aromas de las flores sepultadas bajo la nieve blanca;
arropado por el mecer del prado y de repente tus temblores que me tumban sobre el suelo,
que me llenan los dedos y el cabello de la escarcha etérea que los cubre a lo largo y a lo ancho,
que se derrama por las colinas y se apacigua en tus rellanos donde se detienen también mis pasos
y donde toman aliento mis pulmones abrumados por el espíritu que infunde tal fineza a tus campos.

Tiemblan tus entrañas, me resbalo entre claveles blancos, botones rojos y pardos
y termina mi peregrinar al concluir también tus caminos en el más profundo ,tibio, altar,
de malvas cúpulas, de tiernas y atentas bóvedas, que esperan siempre la oración del ferviente andante.

Y a tus campos volveré una tra otra vez, lozana diosa, para presentar mis ofrendas hasta que el milagro sea consumado
y bajaré luego de nuevo a tus valles, y errare por ellos,
porque me he prendado de tus sendas, secretos y esplendores,
y agradeceré no solo la promesa sino el sosiego de tus hibernales prados
y el susurro que todo lo inunda con tu canto, a pasos y rezos, entre pasos.

domingo, 26 de febrero de 2012

Menel. Eres el aliento que palpita en todas las semillas que estallan de los frutos purpureos en el blanco invierno.

Siempre has sido ese sibilante susurro, ese susurro que hoy no termino de descifrar por la inmensidad que me ahoga en su dulce recinto, en una vida lejana. Somos más que carne, cuero o hueso, y tú eres ese Todo mío que se encarna en lagrimas tiernas y raudos esplendores. Me busco y extravío y veo que cada tropiezo te hace temblar, porque te duele y el dolor te atemoriza cuando lo ves rojizo en mi piel. Pero yo te digo hada mía, que impasible vigilas mis pasos errantes por el bosque, que no te pierdo yo tampoco de vista, que mi corazón se inclina a buscarte en cada flor del camino y que se alza para recibir el canto de cada pájaro. Que te siento cuando siento que el mundo gira danzando potentemente junto a todos los perfectos astros y que tu sonrisa está siempre detrás de todos los rastros que cada cometa dibuja en el cielo estrellado.

Eres la inmensidad de la noche y por eso tu piel blanca le hace de espejo a las constelaciones del cielo, dibujando sus propias leyendas sobre tu nieve en salpicaduras pardas y rojos lunares. Eres el ocaso encendido y la danza serena de las nubes. Te eriges como trazos rebeledes en cada cuadro retratado contra la tiranía del mundo, tan constante como el bramido de la tormenta y tan precisamente intermitente como la caída de los rayos. Eres una niñita, mi niña, al fin y al cabo, porque eres la niñez del mundo encerrada en un orbe de cristal nevado.

lunes, 6 de febrero de 2012



Fóbico manchón de sangre sobre los irritados, estáticos, dilatados ojos, que brota del febril dolor de no ser absolutos para el otro, del nunca estar en todas partes y en todo momento, de ser seres incompletos, soberbios: de cometer la insensatez de querer ser Dios y no serlo.
(Pretendidos dioses. Omnipresentemente idiotas.)

De esa ira emergida de la impotencia absoluta ante la ausencia, con consenso propio, mentira mal creída o incluso aquella ingenuidad del destino de no saber de ti. Celos malditos que no son otro sino aquel demonio del odio, transmutado en miedo y corrompido en puñal sin oídos ni corazón…
No más que aquel que luego vuelve a latir, henchido tan solo de asfixiante culpa.

Un-aleatory noises

free countersr="0" />