¨porque el mundo ya no importa si uno no tiene fuerzas para seguir eligiendo algo verdadero¨ La Maga.

sábado, 24 de noviembre de 2012


Llamando hacia adentro.
Los nudillos rozan mi pecho…-¿Estás ahí?
De la sombra informe
el eco interrogatorio        pero no mucho más.
Los nudillos redoblan ahora sobre mi cráneo. Algo se mueve.
Suena un cascabel y unos ojos pequeños pero brillantes se despiertan allá, lejos.
Adentro, profundo, se revuelcan desapretándose, desenredándose, empolvadas sabanas.
-Estás buscando mal chico- una tosecilla y una dosis de silencio – desata esos zapatos y cálzate el camino; El que has dejado cubrir. El que has cedido a lo indatable, al olvido, a la ceguera desesperada y consentida- una tosecilla más – allá hallarás quizá lo que buscas, quizá un poco más. Quizá incluso también encuentras la estrella de sus ojos…- Vacío otra vez, uno no tan hondo- Las sabanas se retorcieron, unas contra… entre… sobre otras (así sonó), un gruñido y tres puntos más de largo silencio… El ronquido apareció ya como un eco que era engullido por las sombras.
Mis puños se quedaron colgando a lado y lado. Cuando el cristal de sal encontró mi gusto se convirtió en una mueca que recordé semejante y que nombré sonrisa; me agaché. Desaté mis agujetas y miré mis zapatos… Tenía de nuevo un largo camino que andar…

jueves, 6 de septiembre de 2012

Oniricas arcadas. Sonrisas temblorosas.

Avanzaba lenta por el suelo frío y agrietado; se iba comiendo el espacio. Y a cada milímetro que avanzaba era como si le arrebatara una bocanada más de aire. Él, por su parte, permanecía allí, piernas y brazos tendidos cuan largos y andrajosos, totalmente quieto... a su alrededor todo parecían sombras. La tenue luz amarilla que descendía desde la tramoya era para él equivalente a la nada.

-¿Hace mucho tiempo ya que espera señor?
-Él le miro sorprendido -un tanto, sí.
-¿vendrá?
-oh, claro que sí, pequeño... Siempre viene.

...

la substancia que la cubría estaba más fría que el suelo (Aquello que es húmedo siempre absorbe y transmite con más arrojo el frío que lo que permanece seco). Se arrastró y comenzó a tocarle el pie. Entonces él reaccionó. Las telas crujieron y la sangre coagulada se quebró sobre sus andrajos. los dientes rechinaron y el pelo, que ya parecía una pasta cruda de petroleo, alcanzó a moverse y golpearle la cara cuando agarraba a la repulsiva criatura por el cuello...

-vendrá. Yo se lo he prometido
Y la arrojó cuan lejos pudo... apenas si la alejó unos pasos pero a él le pareció que le devolvían el aire. Y supo que pronto sería otoño y que él tendría que salir a caminar; que las bancas estarían vacías fuera, y que él tenía que ocupar alguna para esperar una vez más. Al rato se levantó, se lavó la cara e hizo rechinar la puerta... lo pensó dos veces y cogió las tijeras de la mesa.

-Discúlpeme, señor clavel. Es hora de que parta a cantar ¿La acompañaría unas noches por mí?

Lo miró atentamente y esperó su respuesta. -Vale. Sabe que le estoy muy agradecido... caminó con él en la mano y salió a recibir el viento de verdad con la bufanda ondeando. -Siempre vuelven señor clavel, aun cuando parece que siempre se van. Ya verá como nos damos cuenta de que nunca se han ido... ¿qué dice?... ah! no, esas son tonterías. Yo las encierro por la noche, ellas salen, pero en verdad no existen. Usted sabe que yo sé de lo que hablo. Soy un tipo de fiar.

El asfalto de la calle estaba frío, pero sus botas permanecían tibias. La tenue luz que lo iluminaba todo parecía no venir de ninguna parte. Cruzó la calle y andó recordando a dónde tenía que llegar.

Al final no llegaría a ningún lugar. Él lo sabía y sonrió. Esta vez, como otras tardes, duraría para siempre.

viernes, 29 de junio de 2012

Como una memoria eterna fue el edén. Pequeñas manos y pies para un par de ojos los más brillantes, los más abiertos.
Ella apareció como una sombra vestida de retazos luminosos. Eva, la pequeña; fue una luz como ninguna. Y sus tardes no fueron largas nuncamás.
Detrás de las colinas, después de los caminos, ella fue inocente y curiosa.
Él la vio volver y mantuvo los ojos bien abiertos.
Mordieron juntos, curiosos, inocentes… el libro del padre ya apenas era vientoy ellos fueron hermosos. Terriblemente hermosos, porque así los había hecho el padre. Y el cielo agarró a llorar.

La fruta era dulce y carnosa y sus semillas eran como promesas. Las promesas, que parecían aferradas desesperadamente a la tierra y se retorcían dolorosamente hacía el cielo, los embriagaron y mareados se sintieron perdidos en una danza fuerte de colores.
Las semillas fueron promesas... pero el miedo que trajo la embriaguez las marchitó.
En la barriga fermentaron. Los alimentaron y les hicieron crecer.

Con los pies largos se sintieron extraños,torpes. Sintieron que tenían que andar… y así lo hicieron, desterraron sus almas del edén. Precedieron sus pasos con lágrimas esperando ser como el cielo, tratando de regar la tierra y ofrecerle algo más que polvo de huesos.

Tuvieron miedo.
Eso hizo llorar a la muerte, con desgarros tan terribles que su rostro, por primera vez, no fue sereno. Y el vacio de su pesar fue tan profundo e inmenso, que los hombres le llamaron infierno…

(borrador.
)

martes, 28 de febrero de 2012

Luceros negros al horizonte, luz profunda que le roba la lumbre a la blanca nieve,aliento de bosque fresco que gime hacia el valle siempre sumido bajo límpido invierno
y entonces tu valle, diosa, que esconde aromas de flores, que guarda senderos secretos
por los que trashumo mis pasiones por lo bello como el susurro del viento y el terso cielo.

Abajo, descendiendo por tu valle, aspirando los aromas de las flores sepultadas bajo la nieve blanca;
arropado por el mecer del prado y de repente tus temblores que me tumban sobre el suelo,
que me llenan los dedos y el cabello de la escarcha etérea que los cubre a lo largo y a lo ancho,
que se derrama por las colinas y se apacigua en tus rellanos donde se detienen también mis pasos
y donde toman aliento mis pulmones abrumados por el espíritu que infunde tal fineza a tus campos.

Tiemblan tus entrañas, me resbalo entre claveles blancos, botones rojos y pardos
y termina mi peregrinar al concluir también tus caminos en el más profundo ,tibio, altar,
de malvas cúpulas, de tiernas y atentas bóvedas, que esperan siempre la oración del ferviente andante.

Y a tus campos volveré una tra otra vez, lozana diosa, para presentar mis ofrendas hasta que el milagro sea consumado
y bajaré luego de nuevo a tus valles, y errare por ellos,
porque me he prendado de tus sendas, secretos y esplendores,
y agradeceré no solo la promesa sino el sosiego de tus hibernales prados
y el susurro que todo lo inunda con tu canto, a pasos y rezos, entre pasos.

domingo, 26 de febrero de 2012

Menel. Eres el aliento que palpita en todas las semillas que estallan de los frutos purpureos en el blanco invierno.

Siempre has sido ese sibilante susurro, ese susurro que hoy no termino de descifrar por la inmensidad que me ahoga en su dulce recinto, en una vida lejana. Somos más que carne, cuero o hueso, y tú eres ese Todo mío que se encarna en lagrimas tiernas y raudos esplendores. Me busco y extravío y veo que cada tropiezo te hace temblar, porque te duele y el dolor te atemoriza cuando lo ves rojizo en mi piel. Pero yo te digo hada mía, que impasible vigilas mis pasos errantes por el bosque, que no te pierdo yo tampoco de vista, que mi corazón se inclina a buscarte en cada flor del camino y que se alza para recibir el canto de cada pájaro. Que te siento cuando siento que el mundo gira danzando potentemente junto a todos los perfectos astros y que tu sonrisa está siempre detrás de todos los rastros que cada cometa dibuja en el cielo estrellado.

Eres la inmensidad de la noche y por eso tu piel blanca le hace de espejo a las constelaciones del cielo, dibujando sus propias leyendas sobre tu nieve en salpicaduras pardas y rojos lunares. Eres el ocaso encendido y la danza serena de las nubes. Te eriges como trazos rebeledes en cada cuadro retratado contra la tiranía del mundo, tan constante como el bramido de la tormenta y tan precisamente intermitente como la caída de los rayos. Eres una niñita, mi niña, al fin y al cabo, porque eres la niñez del mundo encerrada en un orbe de cristal nevado.

lunes, 6 de febrero de 2012



Fóbico manchón de sangre sobre los irritados, estáticos, dilatados ojos, que brota del febril dolor de no ser absolutos para el otro, del nunca estar en todas partes y en todo momento, de ser seres incompletos, soberbios: de cometer la insensatez de querer ser Dios y no serlo.
(Pretendidos dioses. Omnipresentemente idiotas.)

De esa ira emergida de la impotencia absoluta ante la ausencia, con consenso propio, mentira mal creída o incluso aquella ingenuidad del destino de no saber de ti. Celos malditos que no son otro sino aquel demonio del odio, transmutado en miedo y corrompido en puñal sin oídos ni corazón…
No más que aquel que luego vuelve a latir, henchido tan solo de asfixiante culpa.

miércoles, 25 de enero de 2012

¨- Para ti, violadores y asesinos son víctimas. Para mí, son perros. Y si un perro lame su propio vómito, lo azoto.

- Los perros actúan por instinto. ¿Por qué no perdonarlos? Pueden aprender muchas cosas...
- ...pero no si se los perdona por seguir sus instintos.¨ (De Dogville)





¿Qué hacer con este odio que me encierra, que me implanta barrotes hincados a flanco y flanco en el costillar, que me vuelve pescuezo seco la garganta?… volverlo acaso sangre entre tus podridas inseguridades?¿me devolverá acaso tu sangre lo que le cobraste a las páginas infinitas del cosmos? Restregarte tus blasfemias contra todo aquello que una vez en palabras profesaste podría acaso ahuyentar los demonios que, revolcándote en miseria y lanzando semillas rancias hiciste mancharan la nieve blanca?

Cuando tu creías tener algo entre tus brazos, lo único que abrazabas eran tus propios miedos, porque siempre habrá refugio para las hadas de este mundo entre las estrellas distantes y los bosques profundos y las altas cúpulas de la ruinosa catedral, porque solo mi duda le hizo dudar. Vete a revolcarte en tus podridas pestilencias y destila envidia, que por más que te lo hayas procurado con violencia, autocompadecencia y malas mañas, solo la mentira de la carne acompañó tu gangoso vociferar, carne cuyo espíritu no aguantaba tu roce y que soñaba y esperaba el consuelo de poder volver a mí, que tan solo he sido siempre un buscador con tan solo dos de más certezas que el que se ha perdido por completo a sí.

Porque con las manos solo sabes lacerar a las pieles tiernas, a los ojos claros, porque solo sos profanación del don pensante, mutante, del hablar y el expresar, del errar y gritar al firmamento: Oh mal Adán, hidalgo escaso, hexápodo cuyas fauces, aun herguido en dos, no dejan de heder a basura apenas consumida.
Oh consumado mentiroso, poeta que se atribuye a la locura pero que acobarda siempre en su presencia y teme a su musa, que le abofetea y huye. Tu ponzoñoso bardo que cantas a las gracias de las diosas y aun osas violar vulgar su más sagrado santuario, sin honor, sin belleza, sin piedad o tan siquiera ternura ¡Que te engullan las fauces de tu miseria y ardas entre las llamas de tu culpa, que sea su dolor, que sanar procuro, TU INFINITO INFIERNO!

miércoles, 18 de enero de 2012

En un momento, en que la luz de estrellas moribundas alumbraba el firmamento, unos ojos se abrieron debajo del oscuro cielo... meses después un par de manos se alzarían hacia el cielo por primera vez y un llanto destaparía el tono de una voz arrulladora... ese fue el comienzo, después del silencio, después del ruido del que apenas recibimos eco pero que aun así nos dio tanto de lo que somos.

Así comenzó. Y luego el dolor; el dolor de la carne, el dolor de la duda, el dolor de estar lejos... todo tan solo para encontrar la salida y escapar mil veces a través de tus ojos, lejos de las cadenas oseas y encontrar una razón para levantarse después de hundirse en la propia ruina, eco de una maldición impuesta por mano propia, para encontrar un barullo en las almohadas, cerca de las estrellas viajeras y un trino acariciando los rayos del primer sol.

Un-aleatory noises

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