¨porque el mundo ya no importa si uno no tiene fuerzas para seguir eligiendo algo verdadero¨ La Maga.

domingo, 26 de febrero de 2012

Menel. Eres el aliento que palpita en todas las semillas que estallan de los frutos purpureos en el blanco invierno.

Siempre has sido ese sibilante susurro, ese susurro que hoy no termino de descifrar por la inmensidad que me ahoga en su dulce recinto, en una vida lejana. Somos más que carne, cuero o hueso, y tú eres ese Todo mío que se encarna en lagrimas tiernas y raudos esplendores. Me busco y extravío y veo que cada tropiezo te hace temblar, porque te duele y el dolor te atemoriza cuando lo ves rojizo en mi piel. Pero yo te digo hada mía, que impasible vigilas mis pasos errantes por el bosque, que no te pierdo yo tampoco de vista, que mi corazón se inclina a buscarte en cada flor del camino y que se alza para recibir el canto de cada pájaro. Que te siento cuando siento que el mundo gira danzando potentemente junto a todos los perfectos astros y que tu sonrisa está siempre detrás de todos los rastros que cada cometa dibuja en el cielo estrellado.

Eres la inmensidad de la noche y por eso tu piel blanca le hace de espejo a las constelaciones del cielo, dibujando sus propias leyendas sobre tu nieve en salpicaduras pardas y rojos lunares. Eres el ocaso encendido y la danza serena de las nubes. Te eriges como trazos rebeledes en cada cuadro retratado contra la tiranía del mundo, tan constante como el bramido de la tormenta y tan precisamente intermitente como la caída de los rayos. Eres una niñita, mi niña, al fin y al cabo, porque eres la niñez del mundo encerrada en un orbe de cristal nevado.

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