Hay despedidas que uno nunca debería hacer.
Hay corazones cuyas canciones nunca deberían separarce.
Hay abrazos, que eluden el recuerdo de la piel,
pero que nunca se olvidan.
Hay lunas, como la tuya, que no se apagan ni al contar mil días.
Oh dulces ojos! si cataras lo terrible que es probar todo ese dolor escurriendose de tí.
Ay, hermosa mirada, si tan solo no tuvieras que haberte venido al mundo a curiosear...
A mi azul, la del nevado terciopelo.
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