Sale el sol y yo voy esconderme al habitual lecho.
Aún no se esconde y me levanto para encontrarme deshecho,
el sol me pega en la piel y en el ánimo maltrecho
sin yo saber los milagros que me esperan al recorrer el próximo trecho.
Anda el escarabajo de acero y recibe el infantil desespero
que solo encuentra sosiego en los juguetones palmoteos
sobre su corcel de plástico y sueños
se imagina rampante entre la velocidad y el desenfreno
y se aleja de mi vista sin saber lo que dentro de mí ha hecho.
Mientras el sol baja y se acuesta en las montañas,
yo descubro la paz de un santuario perpetuo,
en las esperanzas de la madre y sus hijos desatentos.
Van saltando mis ojos entre los infantes y sus corrreteos,
entre las madres y sus bien intencionados esmeros,
entre los árboles y su despampanante floreo.
Salgo de vuelta al mundo gris y enfermo
mientras me encuentro con la sabiduría y el sin afán de un despreciado viejo.
Recibo con paciencia las palabras y no doy lo que esperaba
y a cambio de las meras intenciones recibo las más grandiosa enseñanza.
El misterio eterno, ha sido resumido en un complejo término
Fidelidad, dice que es el amor, el viejo
Y yo, simplemente, sin querer preguntar más, me marcho y le agradezco
Y me voy, a presenciar asombrado, como la fidelidad de una madre
resiste los embates del mundo y su perverso e infecto viento.
Viene la noche y me trae su helado viento,
entra por mi ventana y se cola entre mis, de sonámbulo, sueños,
se desbordan las palabras y un par de lagrimas en los miedos, las esperanzas y los recuerdos
pero aún asi, al caer dormido casi de nuevo con la salida del radiante Inti,
duermo tranquilo al ver sonreír la esperanza de un desvelado misterio.
(por si quieren saber de donde salio... http://blogs.myspace.com/index.cfm?fuseaction=blog.ListAll
0 comentarios:
Publicar un comentario