Tenemos dos pies y en ellos nos tambaleamos,
tendones que crujen y se raspan los unos con los otros,
cabezas que se balancean pesadas en las noches
muy cargadas de olvido y nostálgica melancolía.
Hemos sido fruto indeciso de la fuerte y noble tierra,
que como ríos ha encauzado el raudal de nuestras fuerzas
en agua roja que retumba en nuestros pechos
e inunda toda horma asida en cada huella.
Nos llamamos monstruosos, perversos y recreadores;
Teniendo palabra hemos bautizado y maldecido,
Con nuestras manos hemos tejido y descosído,
Aunque, también, hemos sido
Mirada que se aleja
pupila que se empaña
garganta que desgarra
precaria que se alza
…
Podemos aun soñar con el pecho atiborrado de sangre,
nombres y gritos aun claman por las alas que dieron a las aves,
hay aun una voz que ruega el brillo a las estrellas y la belleza a la noche
lo vasto a los prados y los mares, la sutileza y la constancia al viento
la alegría y el perfume de las flores:
Podemos soñar cuando la luna se alza completa a trinar entre nosotros.
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