¿Reconoces acaso la huella de tu padre en cada hendidura, en cada detalle?
¿has acaso visto entre tu llanto la clemencia de la lluvia o el desgarro de los truenos?
¿has presenciado como miles marchan juntos y se desbordan como los inmensurables ríos?
¿Acaso aún no te reconoces, hijo de tu padre?
¿Por cuánto piensas servirle a aquel mal siervo que quiere hacerte, entre sus garras y vanidosos desvaríos, su esclavo?¿no ves la mentira?¿no reconoces la traición?
Reconoce los suspiros de los árboles, la libertad de los pájaros y reconoce también, el incesante baibén de las olas en medio de tu pecho y el hado de los astros que danzan y resuenan y recorren, tal como tú danzas, cantas y recorres las sendas que él te encomienda.
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