Ah elegía eterna que no te marchitas,
agonía dulce del recuerdo sombrio
luz de luciernaga, estrella
caida del frío del cielo al mordaz hielo en tierra.
Memoria que no abandona,
tesoro de plata incado en mis pupilas.
Daga que rasga, canto que arulla la muerte silenciosa,
la muerte de aquello que no vive,
de aquello que vive,
de aquello que sueña con servir a lo que ya no fue.
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