tu piel, pecado de angel, bruja incesante;
no es otra cosa que la engañoza copa
desde la que se desborda la inocente sonrisa
de tí, niñita alegre, llorando sobre las rosas.
tu piel que es tuya, marcada por su hombre,
no es mas que la triste canción de los cuentos
en siniestra, empuñando la daga
para dar tajos al compas del desespero, de locura sin tratar,
del bardo cojo sin laud ni viento en el pecho.
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